Con ella descubrimos que los niños escuchan cosas que los adultos no llegamos a escuchar y éste fue sólo el comienzo del proyecto en el que estamos trabajando este curso: "Rodar y Rodar: Rodari"
Veamos qué fue lo que nos contó:
Un día, en el expreso de Soria a Monteverde,
vi que subía un hombre con una oreja verde.
No era ya un hombre joven sino más bien maduro,
todo menos su oreja, que era de un verde puro.
Cambié pronto de asiento y me puse a su lado
para estudiar el caso de cerca y con cuidado.
Le pregunté: -Esa oreja que tiene usted, señor
¿Cómo es de color verde si ya es usted mayor?
Puede llamarme viejo -Me dijo con un guiño-
esa oreja me queda de tiempos de niño.
Es una oreja joven que sabe interpretar voces
que los mayores no llegan a escuchar:
Oigo la voz del árbol, de la piedra en el suelo,
del arroyo, del pájaro, de la nube en el cielo.
Y comprendo a los niños cuando hablan de esas cosas
que en la oreja madura resultan misteriosas…
Eso me contó el hombre con una oreja verde
un día, en el expreso de Soria a Monteverde.
Gianni Rodari.
Una vez que los alumnos escucharon esta increíble historia, se pusieron manos a la obra para crear sus propias orejas verdes.
Veámos cómo lo consiguieron con masa de harina y sal:
Mirad los resultados, fantásticos:
Ahora, todos tenemos nuestra oreja verde, para escuchar con ella... cosas que sólo los niños pueden escuchar. No perderemos la inocencia, ni la fantasía, pues es la magia de la vida.
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